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sábado, 8 de agosto de 2009

Querida: hay un guerrero en nuestro sofá (VIII): ¡GRAN FINAL!

Es un momento de desesperación para ambos, tanto así que Silph se quita del sofá y es cuando los chavos guerreros nomás se miran de reojo, para ver quién será el verdadero culpable. Cabe señalar que ambos se confían en que ganaran el juicio: Silph más porque sabe muy bien que sus palabras fueron muy convincentes, en cuanto que Arstok tiene confianza en su verdad (que dicho sea de paso, es la verdadera neta).
Se abre el sobre, se desdobla la hoja y el verdadero culpable es:



















-¡SILPH!- exclama Arstok.
Todos estaban extrañados, ¿cómo fue posible que Silph haya sido el culpable de todo este desmadre intergaláctico? Casi todos pusieron cara de "What?", y peor para Silph, que en verdad por poco y le da un soponcio por ello, pero se recompone de inmediato y luego dice: -¡Pero como yo voy a ser el culpable! ¡Esto es una injusticia! ¡Yo soy incapaz de mentir!- (si chucha).
Wolfgang, que también está más turbado que Silph, exclama: -¡Sí cierto, ¿cómo es que Silph haya perdido el juicio? ¿Será que nos mintió?-
-¡En efecto!- dijo Concha -Silph nos estuvo mintiendo descaradamente en cuanto a sus propósitos; si bien es cierto los crímenes que cometió el tal Arstok, nuestro huésped aprovechó esta ocasión para ascender como jefe del escuadrón-.
-¡Mentiras! ¡Puras mentiras!- gritó Silph consternado -¡Yo, yo sólo quiero que ese tipo (señalando a Arstok) esté trás las rejas para que no vuelva a cometer sus fechorías aprovechando de que es el capitán, sniff!- dijo esto al tiempo que se le salían las lágrimas por la humillación de haber perdido el juicio...

...y por que se descubrió su plan.

-Ahora que lo pienso, ¿cómo es que dices que Silph nos estaba engañando?- dijo Wolf dirigiéndose a Concha.
-Oh pues, por que leo la mente, ¿acaso ya se te olvidó que tus maestros lobos me enseñaron a usar la telepatía?- respondió.
-Oye, pero eso también me debieron enseñar, ¿que no? como se les ocurren olvidarse de mí, sniff- se lamentaba Wolf.
-Naaaah, ¿a poco creíste que era psíquica? como crees, Wolfie- responde con una sonrisa Concha y agregó: -No'mbre, tal vez no sea telepática, pero lo bueno es que logré ver a fondo la mente de Silph-.
-¿Y como estuvo eso?- cuestionó Arstok.
-Muy sencillo, tanto tú como Silph utilizaron diferentes gestos y ademanes cuando cada uno de ustedes hablaban y en ellos deduje quién mentía y quién no. Para no hacerla de tos, casi ambos dijeron la verdad, ya que se mostraban tranquilos y sus ojos se enganchaban hacia el contrincante, mas sin embargo Silph cometió una imprudencia cuando decía que no quería el puesto y que Arstok no tenía ningún motivo para que lo eliminara, ya que cuando lo mencionaba, su cara se volvía medio desesperante, a cada rato tragaba saliva, se jugueteaba los colmillos, cruzaba los brazos en la zona del abdomen, a veces sus ojos se dirigían hacia mí o a mi esposo y movía su boca en señal de desaprobación cada vez que hablabas, en pocas palabras, Silph estaba desesperado y no quería que nadie supiera de su plan, por lo que cuando nos fuimos a la cocina, le dije a mi hombre que él nos estaba mintiendo y sus movimientos corporales los estaba delatando. ¿Puedes creerlo? hasta yo me asombré cuando descubrí las mentiras de Silph-.
Silph estaba casi catatónico con el excelente método de Conchita, tanto así que palideció y pensando en el relajo que protagonizó la noche anterior, se sentó en el sofá y comenzó a llorar, pero a nuestro trío que nos compete (Wolf, Concha y Arstok) no los conmovió ni tantito y fueron con Silph para regañarlo.

-No te da vergüenza- dijo Wolf -Haber venido aquí por un problema que tú mismo provocaste, jamás imaginé verte en una faceta bastante cobarde-.
-Vaya Silph, no puedo creer que hayas engañado a nosotros, te creíamos un muchacho muy decente y ya vimos la clase de farsante que eres- le reclamaba Concha.
-Bueno, sniff, ¿que no tengo derecho también de ser el líder? sniff, Concha, tú misma dijiste que yo también decía verdades, sniff, ¿era sobre los crímenes de Arstok, verdad?- dijo entre sollozos Silph.
-Sí, en eso sí dijiste la verdad, pero...-
-Ah'ista, por eso mismo tengo derecho a ser jefe de escuadrón, yo tengo más méritos militares que ese maldito cabrón-.
Más molesta por la interrupción, Concha le responde: -Sí, pero eso no te da derecho de querer hacerlo a un lado, pasando por alto tus propias leyes del planeta, ustedes mismos han dicho que para el cambio de capitán, son las autoridades competentes quienes realizan el reemplazo SIN ningún tipo de influencias, y usted, Silph, es precisamente lo que hizo: sobornar a tu comandante utilizando tu prestigio-.
-Entonces, la corte se ha cerrado a favor del demandante Arstok, se levanta la sesión- sentenció Wolf.
Silph estaba humillado moralmente, tenía el honor destrozado y su orgullo hecho caquita, no podría creer que él mismo se haya delatado sin que se diera cuenta, y más cuando Concha le describía cada uno de sus gestos y ademanes cada vez que decía la verdad...

...y la mentira. Arstok, inmune a la desgracia de nuestro protagonista, se encargó de levantarlo y colocarle unos grilletes en sus manos.
-Bueno débiles humanos, ya nos tenemos que ir, lo chicho de todo es que como nuestro amiguito destrozó su propia cápsula personal, lo tendré que llevarlo en mi auto-nave, de esta manera me podré asegurar que no se vaya a escapar y recibir el castigo que se merece- dijo Arstok mientras sostenía a Silph.
-Concha, Wolf, les ruego que me perdonen- dijo sollozando Silph -en verdad, no quería engañarlos, sniff, por favor, perdónenme, sniff, yo aún los estimo, sniff-.

-Ya, ya, deja de lloriquear, que esto ya está pareciendo una taranovela, ¡adelante!- gritó Arstok al tiempo que empujaba al protagonista, y agarrando desde el cuello de su armadura, ambos salieron volando en un tris, dejando una estela luminosa.
Concha y Wolf vieron todo y en cuanto se fueron, nomás se dispusieron a dormir, puesto que saber que Silph estaba calumniando para ser caudillo del escuadrón los transtornó bastante, así que no se dijeron ni pío hasta que ambos se quedaron dormidos, queriendo que esto sólo fue un mal sueño o algo parecido.


Cuando ya el matrimonio estaba por fin en brazos de Morfeo, la nave de los guerreros estaba ya a la mitad del camino, Arstok conduciéndolo mientras Silph estado de copiloto, y su humor había pasado de una patética tristeza a una molesta resignación.
-Ya Silph, eso te pasa por acobardarte- dijo Arstok -Sabes que todo es por tu total culpa, así que acepta las consecuencias de tus actos-
Silph estaba cabizbajo, sin importarle lo que le decía.
-Ya veo, todavía estás encabronado por tu derrota, déjame quitarte esto- respondió Arstok y poniendo el modo de "piloto automático", le quitó las esposas que ya les estaba lastimando las muñecas.
-Sabes Silph, en cuando llegue no sé cuál será tu castigo, pero créenme, ya no será la ejecución que tanto quería- confesó Arstok.

En el planeta Tierra, en la noche siguiente, Concha estaba contando los ahorros de sus alumnos ya que al día siguiente sería la entrega de éstos, cuando escuchó unos lastimeros aullidos.
-Uta, no puede ser, esos malditos perros del vecino ya están comenzando a fastidiar, así no podré contar muy bien el dinero de mis niños-; en eso estaba cuando se dió cuenta que el aullido no sólo se prolongaba de más, sino que era proveniente de un canino y lo peor, era muy familiar. En eso Conchi se dio cuenta y fue de prisa a la azotea.
-Ajá, conque así te quería ver- dijo Concha a su esposo, que en ese momento tenía cabeza de lobo, y agregó: -¿Se puede saber por qué estás aullando muy patéticamente al cielo? Si ni siquiera es noche de luna llena-. A lo que Wolf respondió apenado: -Es que ya comienzo a extraña a Silph, sabes, como que ese tal Arstok le arruinó sus vacaciones-.
-Ay mi vida, pero acaso no te diste cuenta que ayer nos estaba viendo la cara- dijo Concha.
-Lo sé, lo sé, pero de todas maneras como que nos pasamos con él, debimos comprender sus razones para que haya hecho semejante barbaridad- respondió.
Después de unos momentos de silencio, Conchi comprendió las palabras de su querido esposo.

-Sabes, tal vez esa mentira de Silph no fue tan cizañosa después de todo, pero también recuerda que era para quedarse con su puesto de manera ilegal-
En eso le dice Wolf: -Tienes razón, sin embargo, como que exageramos un poco con él, bueno... tú me comprendes ¿no?-
Conchita le replica: -Ay mi Wolfie-Tokie (acariciando su peluda cabeza), sabes, no entiendo como me pude haber enamorado de tí, pero supongo que es tu misteriosa mente lo que me atrae- dicho lo cual lo besa y se va con una sonrisa, al tiempo que suspira. -Ese Wolfgang es tan comprensivo- cavila mentalmente Concha al bajar de las escaleras.
Wolf ahora está solo y no deja de pensar en las pocas y caseras aventuras que tuvo con el guerrero ojiverde, suspira y mientras observa una de las estrellas, se pregunta: -¿Qué estará haciendo Silph?-

Miles de años-luz, nuestro protagonista se encuentra con el comandante Deft, responsable del cuartel donde vive Silph.
-...y es así como ese cabrón bueno para nada de Arstok me volvió a traer aquí- le explicaba Silph sobre su ausencia de... ...dos días (cosas de la relatividad).
-Vaya Silph, jamás imaginé que Arstok fuera capaz de hacerte eso, sobre todo considerando que fue benevolente contigo porque si fueras otra persona, ya te hubiera asesinado salvajemente- replicó Deft.
-Es lo que te digo comandante, tan siquiera estoy sano y salvo en casa- y después agregó: -y bien ¿como va la propuesta de cambio? ¿Ya viajaste a la capital del departamento?-
-Bueno muchacho, precisamente de eso quiero hablar- dijo Deft -no te vayas a molestar, pero Arstok tiene razón en algo: en que tú no eres nadie para pedir que cambie la capitanía de tu escuadrón, y menos a favor tuyo-
-(*gulp*) ¿no me digan que me van a fusilar?- titubeó Silph.

-No Silph, no es tanto como para que te ejecutemos. ¡Serán dos meses sin misiones militares y 20 días seguidos de labores de limpieza!- bramó Deft su sentencia de castigo.
Justo en ese momento, llega una molesta guerrera, es nada menos que Hanna, la esposa de Silph.
-Buenas tarde, comandante Deft- dijo Hanna -¿ya le impuso el castigo a este sujeto?-
-Sí Hanna, ya Silph obtuvo el merecido, menos mal que no fue peor que el que le impuse a Arstok: trabajos forzados en las minas durante un mes- respondió Deft.
En eso Silph le dice: -Bueno, señor comandante, ya nos tenemos que retirar, así que con su permiso...-
-Pásale chavito, no se te olvide que lo quiero ver mañana a las 05:00 horas para que comience tu castigo como intendente- le respondió Deft.

Silph y Hanna estaban platicando después de la charla del primero con el mandamás del cuártel, bueno, en realidad Hanna estaba regañando a su querido esposo.
-Ay Silph, deveras que eres un tonto de capirote, neta que no sabes aguantar nada- le dice medio molesta Hanna.
-¿Aguantar de qué, cariño?- cuestionó Silph.
-Pos de querer ser el jefe de tu escuadrón, tanto así como para que se lo insinues a Deft, y para colmo que Arstok lo haya exagerado, por eso no sabes aguantar las ganas de querer ser el líder- lo regañó Hanna.
-Pero mi vida, no sabes cuánto anhelo querer ese puesto, ya sé que es sólo trabajo de Deft y del obispo departamental el cambio, pero qué tiene de malo que se lo haya dicho indirectamente- dijo Silph.
-Para comenzar, muchachón, tenías que hacer tu melodrama, hasta te escapaste y te fuiste a otro planeta, y te refugiaste con unos extranjeros, estorbando sus días; ya me estoy imaginado una escena cuando uno de esos alienígenas te hayan visto en la comodidad de tu casa: "¡Querida, hay un guerrero intergaláctico en nuestro sofá!", o alguna mamada similar- exclamó Hanna.
-Hanna, por favor, esos alienígenas eran unos conocidos míos de hace un buen rato, así que para ellos no fui un estorbo- le dijo sonriente Silph.
-Mmmm, bueno, por esta vez te creeré, ahora mismo me voy a bañar, ¿me acompañas a mi habitación? dijo Hanna.
-Por supuesto, faltaba más que no quiera acompañar a mi hembrita favorita- contestó Silph, y después de ello ambos se frotaron los hocicos en señal de cariño y se dirigieron a la habitación donde vive Hanna.
Durante el trayecto, la guerrera de la falda púrpura le dice a su esposo: -¿De veras que no cometiste alguna otra tontería en ese planeta?-.
-Que va- responde Silph -Más que yo haga pendejadaz, son ellos quienes lo hacen a cada rato-.
-¿A qué te refieres con "ellos"? ¿A tus anfitriones?- cuestiona Hanna.
-No, me refiero a la mayoría de sus habitantes, yo creo que son muy estúpidos, con sus perafernalias de espectáculos, política, religión y otras cosas que de plano aburren mencionar porque son un chingo, y ahora estoy de buen humor como para arruinarlo con esas amarguras- respondió Silph.
-Ay hombre- dice entre risas Hanna, al tiempo que abofetea su trasero.
-Oye, que mujer tan pícara, ¿por qué me pegaste un glúteo?- Se quejó Silph con una sonrisa.
-Hombre, ¿ya se te olvidó que eres mi machito favorito?- dijo Hanna.
-Jajajajaja, si cierto, y tu eres mi hembrita favorita- contestó Silph.
Después de aquella amena charla, el matrimonio guerrero prosigue su camino.

Silph voltea hacia nosotros y con un feliz guiño nos dice: -¡Me saqué la lotería al casarme con Hanna! jejejejej...-


FIN


2 comentarios:

Lucerita Asíntota dijo...

Yay! Que chido final!
Me encantó... Otra otra otra!!!
xD
Saludos!!

Toncho dijo...

Cabañas... Te odio, me hiciste leer y eso va en contra de mis principios morales.

Pero ya en serio, buena la historia, me divertí mucho leyendo todas las partes. Mis conflictos mentales ya te los conté por el messenger. ¡Sigue así colega monerobloggeroespurio xD!