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miércoles, 15 de abril de 2009

Querida: hay un guerrero en nuestro sofá (III)

Al siguiente día, Wolfgang llevó a Silph a visitar a un amigo a quien hace tiempo que no se veían, ese era ni más ni menos que Jacobo Elías Flores Bolaños, mejor conocido en el bajo mundo (galáctico) como el General Elías (bajo su aspecto de simio guerrero, aclaro). Elías estaba apenas preparando su desayuno cuando fue interrumpido por ambos.
-¿Quién será el que está tocando la puerta? no creo que sea el pinche cobrador- se decía el joven dientudo. Abre la puerta y se asombra que sea el señor Patterson.
-Jam, hola, ¿qué pasó? Lo veo algo serio- dijo Elías.
-Pues no es la gran cosa, lo que pasa es que...- dijo Wolfgang cuando lo interrumpió Elías: -¡¿QUÉ? ¿ATACARON AL REINO DE LOS MONOS GUERREROS? ¿VOLVIÓ EL MALDITO DE JEREMÍAS? ¿OTRA VEZ VAS A ENTRENAR A ALGÚN EXTRATERRESTRE?!-
-¡SHHHH! ¿Qué no sabes ser discreto?- reprendió Wolf -No es ninguno de eso, lo que pasa es que quiero que recibas a Silph en tu casa mientras unos primos de mi esposa van de visita a la mía-
-Jam, bueno, así por... ¡¿ESTÁ SILPH AQUÍ EN ESTE LUGAR?!- exclamaba asombrado el musculoso general.
En eso se baja Silph del coche con su gabardina y los demás atuendos de la vez pasada, y cuán sorpresivo les resulta a los ponchados verse la cara.

-¡NO MAMES, WOLF! ¡¿Tengo que pasar todo el día en la casa de ese imbécil?!- decía Silph, a lo que Wolf respondió: -Pues no hay de otra, sabes muy bien que él, yo y mi familia han sido los únicos que saben de la existencia de otras civilizaciones...-
-...y también han tenido aventuras en otros planetas, ¿verdad Silfito?- interrumpió Elías con burla. Silph no tuvo más remedio que aceptar la cruel realidad y entró al departamento del indecente patilludo.
-Bueno Silph, bienvenido a mi hogar, jejejejejeje, espero que te guste porque aquí sí mando y de verdad- Dijo Elías (Esto decía ya que después del torneo galáctico, Elías -como chango- y Silph se unieron a un grupo de piratas espaciales, en donde al azar escogieron al joven Flores como el capitán de jure de la nave, aunque las circunstancias hacían de Silph el comandante de facto).
-Oye Elías, ¿de casualidad no tienes licor? tengo mucha sed- dijo el soldado ojiverde.
-Jam, nop, sólo tengo chelas ¿Quieres?- respondió Elías.
-¡¿CHELAS?! ¿Estás loco, ustedes hacen de las chelas bebidas alcohólicas?!- bramó Silph, puesto que para él, las "chelas" son unos insectos necrófagos del planeta Plamthel, famosos por su hediondo aroma.
-Jajajajajaja, ay Silph- dijo Elías -las chelas no son esos apestosos insectos, aquí en México le llamamos así a las cervezas ¿No quieres una?-
-¿cerveza? que asco, no, gracias- dijo Silph, mientras sacaba la lengua como señal de provocación.

Silph se tuvo que conformar con un vodka que le ofreció Elías, el cual sin embargo tampoco le gustó, pero era "menos peor que la cerveza". La relación entre los musculosos muchachos no era muy buena que digamos; ahora que Silph era tan sólo un visitante cualquiera en su departamente, Elías aprovechó la ocasión para humillarlo:
-A ver Silph, me gustaría que hagas el favor de limpiar mi baño mientras arreglo mi cuarto, ¿lo harías?- sugirió Elías, mientras que nuestro héroe no tenía más opción que aceptarlo (ya que antes de irse, Wolf le recomendó a Silph que ayudara en cualquier cosa al dientudo mamón).
Después de la humillación, Elías y Silph se pusieron a discutir un rato sobre quién era el más fuerte entre ambos.
-Mira Elías, para comenzar, yo soy un guerrero espacial, considerado en nuestra región del universo como los más poderosos y agresivos que hay en el espacio infinito- dijo con sumo orgullo Silph, mientras pone los puños a la cintura y alza su pecho, como para demostrar su superioridad, acompañada de una ligera sonrisa altanera.

-Ajá, sí como no- dijo Elías -Tú nada más eres un soldado cualquiera, y para colmo de clase baja, en cambio YO (voz de tener muchas ínfulas) fui convertido en general a mis 22 años, superando a Jeremías y a Isaías (otro jefe militar de los changos, no tan malo como Jeremías) quienes se conformaron con ser subordinados míos a pesar de que son 10 años más grandes que yo-.
-Además- prosiguió Elías al tiempo que enseñaba sus bíceps -Mira estos músculos, a diferencia de mis colegas del fisiculturismo, yo no uso esteroides, ni anabólicos, ni nada, tengo un cuerpo puro de drogas, y todo porque fuí entrenando desde adolescente cuando estaba en la academia mlitar de la reina Leloka-.
-¡JÁ! ¿A eso le llamas músculos?- dijo con somera burla Silph -Mira esto, esto SÍ es un bíceps saludable- al tiempo que mostraba su ponchado brazo derecho.

-Y pos la mera verdad, yo no sé que son esos de analíticos y esterotipos que estás diciendo, pero a diferencia de tí, yo me entrené desde que era un niño- dijo Silph y continuó: -además, al pertencer a una de las razas más poderosas del universo, nuestros cuerpos están adaptados para soportar el máximo de músculos que podemos tener-.
Silph no perdía nada, era obvio que él es mucho más poderoso que Elías, pero nuestro émulo de Timmy Turner no podía quedarse atrás, ya estaba por irse a buscar la pócima que le servía para transformarse en mono cuando se le ocurrió una "brillante" idea: pelear contra Silph bajo su faceta humana.
-Bueno Silph, si tan poderoso eres, te reto a pelear conmigo- dijo Elías.
-Pos la mera verdad no quiero, eres un humano y si me pongo a batallar contra tí, hasta te puedo matar, no es lo mismo un humano terrícola que un mono guerrero- le respondió Silph. Esto lo dijo ya que sabía que cuando Wolf y Elías son humanos, no tienen los llamados "superpoderes" (que para Silph son poderes comunes y corrientes), pero cuando se transforman en el lobo karateka y en el simio general que todos conocemos, pues sus fuerzas aumentan considerablemente, bueno, más para Elías que para Wolfgang, pero al menos este último lo complementa con la magia blanca.

(El pose de pelea de Silph ante Elías)

Mientras Silph continuaba discutiendo con Elías, vemos ahí a Arstok ya en un planeta abandonado cerca de Alfa Centauri (o sea, ya muy cerca de la Tierra).
-¡ARRGH! ¡Me rompo los testículos!- gritó fuertemente el líder guerrero en medio de la selva.
-Estoy seguro que ese pendejo de Silph está ya muy cerca de aquí, en cuanto lo encuentre lo castigaré, lo humillaré, haré trizas su orgullo y papilla su honor- bramaba Arstok.
-Será exhaustivo, pero sí logro poner mi bota sobre el cuello de ese tipejo, llorando y con los cachetes ruborizados de tanta vergüenza, pidiendo perdón por su vida, juro que será el mejor día que haya tenido- se dijo el pelilargo guerrero. Sin embargo, ya llevaba cuatro días (según el tiempo de su planeta) y el viaje había sido hecho de forma contínua, por lo que Arstok aprovechó el anochecer para quedarse a dormir un ratito nada más.

-Ese Silph, desde que llegó al cuartel, siempre ha querido ser el líder del esuadrón, pero ese imbécil debe aprender que para llegar a ser el glorioso capitán, uno tiene que esforzarse y hacerlo desde abajo- se decía Arstok mientras se acomodaba en el saco para dormir -yo no voy a dejar que ese canalla quiero ser el jefe sólo porque se cree el más chingón de todos- dicho esto, cerró los ojos y se durmió.
Ya en la Tierra, Silph logró volver a la casa de Wolfgang (una vez que se fueran los primos de Doña Conchita). Poco después, mientras se bañaba, pensó en un rato sobre la verdadera razón de sus vacaciones: -Será que ese de Arstok logre encontrarme; chale, no quiero ni imaginarlo, estar en este autoexilio hasta que ese cabrón se le olvide la discusión sobre quién es el mejor para dirigir el escuadrón puede tardar mucho; ojalá y sea en unos cuantos días más- cavilaba Silph.
-Pero si llego a la ciudad y Arstok está ahí, preparado para pelear, entonces tendré que hacerlo, no quiero mancillar mi honor, sobre todo tratándose de ese mequetrefe bueno para nada- díjose Silph.

-Sin embargo, lo que más me preocupa es que Arstok, en vez de ir por mí, tal vez le haga algo a Hanna, chale- Cuando recordó a su esposa, alzó la cabeza y pensó en ella. -Espero que se encuentre bien y que logre partir la cabeza de ese malvado hombre-; la preocupación hacia Hanna no era solamente por ser su esposa, puesto que antes de que se casaran, Arstok estuvo ligando a ella (e incluso, corre el rumor de un intento de violación) sin éxito. Con respecto a los demás, también deseaba su bienestar ya que Arstok (como es muy malvado) había jurado una vez que mataría a varios de ellos (para muestra, un botón: amenazó seriamente a Gúma de extirparle el corazón y decapitarlo, pero no se logró gracias a la intervención del mismo Silph).
Al terminar de bañarse, Silph se pasó al lavabo, para cepillarse los colmillos y rasurarse, pero al recordar la discusión con Elías en la mañana, se miró en el espejo y dijo:
-Jajajaja, pero mira quien es ese muchachón, es el gran Silph, el guerrero más poderoso del universo, el campeón de todos los guerreros del universo conocido, jejeje-

Dicho lo cual, procedió a realizar poses de pelea, para ver cuál era el mejor para sus futuras batallas, pero en una de esas, se le calló la toalla y justo cuando estaba por recogerla cuando entrar Mónica al baño. Ya sabrán ustedes el relajo melodramático que se armó en la casa, donde al final Silph tuvo que disculparse con los demás por ese acto tan "indecente" (en realidad no tanto para Silph, pero ya ven).
En la noche y durante la cena, el joven héroe estaba con la familia anfitriona platicando sobre muchas cosas, entre ellos las diferencias y semejanzas de las relaciones familiares de los humanos y los guerreros espaciales. Todo era algarabía e interés, pero luego a Silph se le notó una cara de pesadez, Wolf, Concha y los niños se dieron cuenta, pero les restó importancia, hasta que Gregorio observó que los ojos de Silph estaban inyectados de sangre y de su boca salían algunas espumas.
-Silph, no te vez muy bien ¿qué te pasa?- Dijo Conchita cuando se dió cuenta de su estado.
-No es nada Concha, no es nada- dijo el muchacho greñudo, trantando de tranquilizar, pero ya era demasiado tarde: Silph, nuestro héroe guerrero, estaba comenzando a tener los síntomas de su enfermedad, la epilepsia.
Después de su intento por conservar la calma, Silph se paró de su silla, y hacer un montón de señas, mientras que los demás se asustaron al verlo ya muy mal, hasta que se cayó y convulsionó, realizando más señas y sacando espuma de su hocico.

Había un gran desconcierto en la cocineta, y Wolf ya iba por los medicamentos propios de los lobos nómadas, cuando Mónica le dijo: -Papá, mira, Silph está señalando su pierna-.
En efecto, durante su ataque epiléptico, Silph estaba tratando de decir que en el protector de su muslo derecho se encontraba su medicina especial, por lo que Wolf lo sacó con cuidado y después tranquilizaron al musculoso soldado, para que de esta manera pueda administrar sus pastillas contra sus "chiripiolcas".
Ya una vez en sí, Silph confesó que efectivamente, sufre de epilepsia desde niño, pero como es una enfermedad de origen mental (los únicos que no le han encontrado cura los médicos de su planeta), tiene que tomar pastillas para reducir sus ataques.
-No sólo sufro de convulsiones, sino que ha veces me engarroto y por gemidos y gruñidos pido que me den mi medicina- dijo Silph.
-¿Y no te ha pasado que durante una pelea te den ataques?- preguntó Mónica.
-Pues sólo me ha pasado como cinco veces a lo largo de mi carrera mercenaria, y en un par de ellas por poco pierdo la vida, por culpa de mi enfermedad- dijo avergonzadamente Silph.
-Pues al menos ya sabemos que los guerreros espaciales no son tan poderosos como dicen, jojojojojo...- dijo en voz baja Wolfgang a Concha, mientras se reían disimuladamente.

(Continuará)

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